lunes

una viñeta de rembrant


Es bello escuchar en la mañana que una mujer te ama: te lo dice con pisaditas multiformes que ha sembrado en el nuevo suelo de la casa.
Y que no huirá, que estará siempre cercana, vistiéndose de sol cerúleo en las tempranas horas para que su sombra sea nutrida todo el día y a uno no le quede tan difícil volver a soñarle en el transcurso níveo de las horas que cayeron.
Le ama uno con amor de niño, con amor de fauno, con amor sanguíneo, con amor de artrópodo,con amor de libro, con amor de hombre, con amor de cólera, con amor de amor...porque harto le han enseñado a uno las palabras y con palabras no basta.
Hay que tocar la piel y la corola. Poner esta mujer en altiplano, pintarla de relieve y naftalina, para que cuando decaigan las estrellas, se le pueda juntar una que la alumbre.
Ella es una col compleja, un oído marino, una enredadera septembrina, una escalera en ascenso, una ventana con nubes, un pasaje marino, una muchacha que espera, una tigresa de ribera, una africana en la guerra, una muralla secreta, un corredor vacío, una linterna con alas, un vientecito que pasa, una cuchara con lágrimas, una estatua caída, una ligera esperanza, un rumor de mediodía, una canción de gitanos, un estertor meridiano, un ruidito imperceptible, un alúd de corazón, una tormenta volcánica, un relojito de agua, una serpiente perdida, un pelito de camello, una flauta Ney, un tambor parlante, una cuna renacentista, un trazo de altamira, una mirada de adán, un roedor en campaña, o una viñeta de Rembrant a quien yo apenas sigo con la mirada. Pero la amo.

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