martes

Escritor de Vacaciones

Parece inevitable. Una vez se han dado todas las peleas y se han pasado algunos retos, inevitablemente suele uno caer en el vacío. Es como resbalarse en el cuerno irresponsable del rezago; me supongo una cornucopia de la pereza, como un lustroso cono de reveses que indefectiblemente se adelgaza hasta volverse un embudo.
Y de allí, nada gotea.
La molicie se ha atorado en la figura. Muchos años atrás había oído hablar de esta molesta situación y al menos otra más sonaba horrible y aconsejaban los viejos evitar a toda costa recaer en estos territorios de lo insulso pero también de lo insospechado.
Era un temor que para muchos se hizo realidad y para otros era una remota pero latente encrucijada: permanecer impertérrito en las lides del arte, como diletante o en plena actividad creativa, como asiduo de los antros de la cultura o en los míseros recodos de la farragosa tertulia criolla, en la ruta del desvarío o en el país de cucaña, en la isla de otraparte o en el retiro místico de alcoholes.
Recuerdo bien las conversaciones con aquellos místicos de los años noventa que se conservaron largo tiempo en la utopía. Poetas de vieja data, inéditos o resentidos (que son lo mismo), artistas plásticos invisibles y anacoretas del tedio que se resistían.
Algunos finalmente cedieron y tuvieron hijos. Unos consiguieron trabajo y ganaron miles. Otros montaron una editorial y se dedicaron a explotar a los semejantes y estos mismos engordaron hasta reventar y encanecieron como en el poema de Cavafis.
De algún modo yo mismo incurrí en estas lindes. Me confundí en el follaje del inescrutable destino; me salve de la terrible enfermedad de Gota. Nadie me verá por El Nogal con la calva despeinada ‘a media caña’ con un tarro de cerveza, desaliñado, siendo las 8:00 a.m. de un martes. Tampoco voy a reventar como un becerro (le dedico las mañanas que puedo a la bicicleta o al muro – no precisamente de las lamentaciones -) pero como sea y aunque suene vergonzoso, me he convertido en lo que antes había tanto criticado y temido.
Soy un escritor de vacaciones.

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