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HOMENAJE A HUMBERTO MONROY


Un homenaje a la banda pionera del rock colombiano y a través de este, un modesto homenaje a su gestor, “el maestrico” Humberto Monroy, nos deja varios sabores en el alma; lo que fue, lo que ocurrió, lo que pasó luego de la tormenta y una herencia, en palabras del mismo músico, para decirles a los hijos que ahora él es “pasto para bestias”.
Se realizó el jueves 7 de febrero en el café libro internacional De Sobremesa, de propiedad del escritor Manuel Giraldo, Magil, en frente de las Torres Blancas, en el centro de Bogotá, un homenaje al rock nacional tan sencillo y con tan pocos asistentes que puede uno creer que esto del rock nacional es cosa de iniciados o de voyeuristas minuciosos.
Aunque buscaron invitar a Cosme Castañeda, músico de planta de la banda más emblemática de los inicios del rock colombiano y que se previó que parte de la presentación la hiciera el célebre Dr Rock, de nombre Gustavo Arenas, sólo rendimos tributo a esa memoria esencial de la historia colombiana, un puñado de amigos –entre curiosos y desentendidos– al son de unos arreglos magníficos que el dueto a cargo preparó para la ocasión.
Me pregunto en qué momento y porqué, la historia del rock nacional se volvió un asunto fragmentado, anecdotario incierto de rumores e imprecisiones y cómo es que ante tan íntimo y delicioso contenido textual e instrumental emprendido hace cuarenta años por el grupo de Monroy, esa obra no es siquiera pieza de colección en el país y en cambio sí es un bocado de cardenal para aficionados furibundos y coleccionistas ansiosos en mercados de México, Estados Unidos y Europa, fieles a lo que hoy llaman “vintage garage bands”.
Un dueto singular, acendrado en las composiciones de Humberto Monroy, cantante y fundador de dos de las legendarias bandas pioneras del rock en Colombia (Los Speakers y Génesis) fueron el centro de una noche efímera pero animada, que quizá no se vuelva a repetir, a pesar de lo que algunos quisiéramos para bien de la memoria de este territorio del desdén que se llama Colombia.El acertado, buen bajista, Alfonso Chacón (Pocho) y el legendario baterista Jorge Latorre (KCh), ahora metido de cantante y guitarrista, ofrecieron uno de los recitales que deben quedar para la memoria, por cierto endeble, de las buenas cosas que le pasan a esta ciudad y a este país.
Latorre rememoró varias de las canciones que hicieron famoso al grupo musical que tan famoso fue desde los sesenta y que en su mayoría son composiciones originales del mencionado Humberto Monroy. Para la docena de asistentes, estos temas resultaron una balsámica expedición hacia la a veces llamada por expertos “década prodigiosa”. Para algunos de ellos, descubrimiento, para otros, memoria, para los menos, intriga.
El rock en Colombia nació en la casa del un poco nervioso vocalista, Jorge Latorre, como él mismo lo ha contado varias veces y el discreto titubeo lo hizo notable esta vez, pues su costumbre y vocación está especialmente en la batería y no en las posiciones de acordes aprendidos quizá directamente del mismísimo Monroy.Cuando Latorre me invitó a su apartamento de un lejano 1996, en el barrio Bochica, en el noroccidente de la ciudad, lo más notorio al ingresar allí en ese entonces no fueron los acetatos de las bandas con las cuales grabó durante décadas agitadas, ni las flautas que se registraron en esos mismos surcos, ni el sombrero de Carlos Pizarro (tesoros todos que conserva con fidelidad a ideales y a historias pretéritas) sino el libro dispuesto en el sofá como quien lo ha dejado allí para un pendiente de cosas por hacer: un método que decía: “Cómo Tocar La Batería”.
Le pregunté entonces el porqué de un libro así en poder de un veterano de los tambores, probado en innumerables escenarios y con más de una decena de grabaciones profesionales en su haber y entonces me respondió que un músico jamás debía parar de estudiar, incluyendo los rudimentos que creía asegurados.El hallazgo fue feliz y me tranquilizó, pues también yo era y sigo siendo, un estudiante incansable, a quien le falta todo por recorrer en música. Ahora lo encuentro como guitarrista y cantante. Cuando interpretó el clásico La Casa Del Sol Naciente (tema del cual explicó que se trataba de un “spiritual” negro adaptado por la banda The Animals y trasladada al castellano por Humberto Monroy para los Speakers) vinieron a mí los recuerdos del Jorge Latorre profesor de primaria en un colegio campestre en Cota, un bonito pueblo a las afueras de Bogotá, sentado en la parte de adelante del pequeño bus escolar que nos llevaba por barrios del norte, de Unicentro a Cedritos, pasando por la 119, cantando esta misma canción, mientras los pequeños dormitaban o le veían atónitos.Y es que conocí a Jorge Latorre en avatares de la docencia, cuando coincidimos en el Colegio Duque de Winsor (de propiedad de su madre) mientras él era profesor de Literatura y enseñaba a los párvulos el poema de Gonzalo Arango, titulado El Tesoro y era yo el profesor de Inglés, gran reto en una institución bilingüe.Allí conformamos sendos equipos de micro-fútbol, y aun cuando he sido negado para ese deporte, me atrajo bautizar el onceno como Vampires, en tanto Latorre comandaba El Atlético Muisca.
Quiero contar, digamos aceptar, que las leyendas también hacen lo que todos alguna vez hemos hecho y pasado: trabajos, penurias, vicisitudes, amores fallidos, encantos y desilusión.
La rectora de ese colegio campestre hubo de ceder su máquina de coser hacia el año 61 o 62, para colaborar con una causa de aventajados profetas sin barba: la fundación de un grupo rocanrolero que llevaría el nombre de Los Dinámicos que ya incluía a Humberto Monroy y que luego se fusionaría con otro grupo para consolidar la ahora legendaria banda pionera del rock local y nacional Los Speakers.
Puesta la Singer en una casa de empeño, Humberto Monroy decidió vender su colección de cómics a las puertas de teatros del centro de la ciudad y que incluía títulos como Archie, Tarzán y Periquita.
Con esos fondos pidieron traer amplificadores directamente de Inglaterra, que ingresaron a lomo de mula por San Antonio del Táchira en la frontera con Venezuela. Al tiempo pidieron fabricar guitarras idénticas a las de los Beatles y por consejo del ebanista a cargo de la talla, se metieron a conseguir cerca de 30 pequeños imanes para elaborar los fonocaptores y que sólo pudieron hallar en los auriculares de los teléfonos públicos del barrio Chapinero.
Jorge Latorre originalmente fue el roadie de la banda Los Speakers; es pionero en un oficio no siempre agradecido que entre cosas consiste en afinar, cargar y acomodar los instrumentos en el escenario, antes de que salgan los músicos, y también ser un supervisor de que todo marche bien en materia de sonido y un estratega ingenioso que prevé y/o cubre cualquier imprevisto. Es un “todero”.
Quizá por ello Latorre, KCh como le conocen en el ámbito artístico, presentó un recital informal, pero impecable. Por ello tal vez, por su ánimo inquieto de “todero”, es como ha irrumpido como “stand up comediant” o lidera la banda Los Cheacles, además de ofrecer recitales didácticos o bandas especializadas como la que tuvo con el mismo Alfonso Pocho Chacón, de música del Brasil, llamada Berimbao.

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